15.2.12

Creí que se iba a acabar pronto. Pensé que ese terrible dolor llegaría a su fin antes de que acabara el estúpido espectáculo.
Pero no fue asi.
Esa interminable ráfaga de pinchazos por todo mi cuerpo me paralizó de tal manera que ni siquiera sentía mi respiración. Poco a poco los pinchazos se fueron conviertiendo en algo más, algo peor de lo que jamás hubiera imaginado. Sentí mis sesos retorcerse dentro de mi cabeza, sentí el despliegue de mis órganos fundirse con la sangre caliente que corría por mis hinchadas venas a punto de reventar. Sentía que los ojos se me salían de las órbitas, como si fueran unas simples bolas cristalinas empapadas con un líquido fangoso y pegajoso. Tampoco sentí mi lengua moverse para intentar emitir algún tipo de sonido, algo que avisara a las personas que allí estaban de que me estaba muriendo de forma lenta y dolorosa. Quería pedir ayuda, pero a la vez quería permanecer en silencio y esperar a que esta sensación desapareciera de una vez transportándome a una vida que sin duda sería mucho mejor que la que he vivido aquí, en este planeta material.

Sé que me esperan, sé que reclaman mi presencia. Pero no puedo sentirlo, no puedo sentir ni tan siquiera mis manos mientras se dirigen a mi corazón, deseoso de dejar de producir aquellos latidos lentos e incesantes que me están martirizando el pecho y transformando lo que debería ser alegría, en tristeza. Puedo oír con dificultad algunos gritos, seguramente de personas con sentimientos y vida que me estaban viendo en aquel letargo previo al claro final que se avecinaba.

¿Qué fue eso? ¿Será medianamente posible que haya escuchado la palabra "hija" entre la multitud? Ha vuelto, ella ha vuelto en el momento menos indicado... Ahora que no la necesito para nada, ella vuelve e interpreta el papel de la madre que nunca tuve, de madre preocupada por su hija en todo momento. Ahora viene aquí, y finge delante de todos los espectadores de mi muerte el modesto dolor que siente al verme así, a solo un paso de la verdadera felicidad. ¿Porqué he escuchado otra vez esa palabra? Seguramente llevará su guión invisible en las manos, y actuará como si fuera una actriz profesional. Y aqui sigue, ahora arrodillada a mi lado, pidiendo al cielo que no me lleve. Le diría que me dejara, que dejara que las cosas sigan su camino, que no se preocupe por mi ahora, cuando nunca lo ha hecho. Se lo diría, pero soy incapaz de tan siquiera mover los labios un poco.

Un momento, siento que se mueve. Se está levantando... ¿Adonde irá? A lo mejor ha descubierto por fin que no soy la hija indicada para ella. Pero no, vuelve, y puedo ver con las escasas fuerzas que me quedan que trae algo en sus manos. Algo afilado, brillante... ¿Un cuchillo? Juraría que es eso. Desde un primer momento lo sabía. Lo que no sé con exactitud es porqué lo levanta en mi dirección. Tampoco entiendo por qué tiene esa cara de locura premeditada, ni por qué todas las personas de su alrededor intentan detenerla formando escabrosos ruidos y movimientos.

Oh, ya entiendo. ¿Me quiere matar? Supongo que sí, de no ser así no me habría clavado esa punta afilada en pleno centro de mi cuerpo. Aunque la verdad se lo agradezco, ahora no siento ningún dolor, ni puedo ver, ni sentir, ni entender por qué la multitud llora ante mi cuerpo inerte. Intento dirigirme a ellos. ¿Porqué lloráis? Me ha ayudado, me ha salvado de ese dolor tan insoportable. De hecho, si pudiera hablar y volverme a mirarla a la cara, le diría gracias.

Si, eso va por ti, "madre". Te doy las gracias por sacarme al fin de esta locura, de este infierno enteramente creado por tí.

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