Hace un tiempo que no se sabe nada de ella. Unos dicen que la han visto en París. O en Londres. O en Australia. O en Roma, en Suiza, en Berlín, en Italia, en Texas, en las Vegas, en Manhattan. Quién sabe, quizá esté en el mismo lugar en el que estás tú en este momento. También dicen que la han visto con el pelo rubio. Aunque hay gente que la ha visto con el pelo moreno. O quizá pelirrojo. Y otros se van por el camino fácil, y prefieren argumentar que iba con un moño italiano que no permitía ver con claridad el color de su cabello. Unos dicen que llevaba voluminosos vestidos de seda, de esos que se vendían por las ciudades glamurosas allá por el año 1899. Y otros la han visto con harapos sucios y viejos, exponiendo así la escasa cifra de dinero que guarda. Pero todos coinciden en una cosa: que la han visto vagando por las calles, llorando por un hombre. Muchos han intentado seguir el rastro de sus lágrimas, pero el camino nunca se completa.
¿Tú la has visto? ¿Has completado el camino?
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