15.2.12

Las tormentas me recuerdan a esos días infortuitos de mi pasado. Aquellas noches sin dormir, aquellos ojos abiertos mirando los suyos, aquellos susurros, aquellas emociones que me asaltaban el pecho cada vez que me hablaba ...

También recuerdo, cada tarde protagonizada por viento y relámpagos, los dos buscando refugio, riéndonos, corriendo, los dos juntos evitando que las gotas de lluvia alertaran nuestra piel. Aquellas caricias, aquellas conversaciones en las que no hacían falta las palabras.

Pero también recuerdo el último día. Aquel día en el que me dijo que no quería verme más. Aquel día en el que sus manos se apartaron con sequedad de las mías. Aquel día en el que sus palabras eran como puñales que se me clavaban en lo más profundo de mis entrañas. Aquel día en el que sus brazos me dejaron desprotegida, inestable, como la presa de un gran lobo traicionero y hostil. Aquel día en el que su aliento era veneno para mi olfato. Aquel día en el que no me dejó seguir sus pasos, no me dejó trazar un nuevo trecho junto a él, no me dejó incrustarme a sus ropas como un diamante se incrusta al hueco de un anillo, no me dejó recorrer con él una nueva trayectoria de felicidad. Él me dejó. Y le ví alejarse caminando en medio de aquella extensa capa de océano que caía del cielo, parecida a los pétalos de flor que caían en forma de gotas de mis grandes ojos marrones. Aquella fue la última vez que le ví.

Las tormentas me recuerdan a esos días infortuitos de mi pasado. Resumiendo: no soporto las tormentas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

.