Como cualquier tarde, me siento justo al lado de la ventana y leo esos libros de amores imposibles y sobrenaturales que invaden las librerías, mientras me tomo un capuccino caliente que llama a gritos a mi inspiración. Abro la ventana, y la inspiración viene a mí junto con la suave y cálida brisa de una tarde primaveral como esta, con el sol imponiendo su autoridad en la cima del cielo, y el viento emitiendo suaves susurros. Escucho música, de esa triste y melancólica que hace pensar en momentos mejores, y provocan que las lágrimas se escurran por las mejillas. Y mientras escuchas la música fluir por tus oídos, la luz se despide hasta el día siguiente, el viento me da las buenas noches con un momento de locura desenfrenada que alborota a los árboles, y se va. Se va como esta tarde primaveral. Esta tarde cualquiera.
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