15.2.12

Me dijeron que volvería. Me dijeron que estaba cerca. Y entonces yo me deleité al oler el aire, pensando que quizá fuera el aire que ahora escapaba de su boca. Me deleité al pisar las calles, pensando que quizá me llevaran en línea recta hacia él. Me deleité al comer el McFlurry del McDonalds, pensando que quizá él estaría comiendo lo mismo en algún lugar. Me deleité al dormir, pensando que quizá él se dormiría pensando en mí. Me deleité al mirarme al espejo por la mañana, pensando que quizá él estuviera haciendo lo mismo en ese instante. Y salí a la calle, con la esperanza de llenar mis pulmones del mismo oxígeno que él. Caminé y caminé, y entonces llegué al final del camino. A ese final donde la alegría se transforma en tristeza, a ese final donde las lágrimas quieren salir al exterior silenciosamente, sin avisar.

Le ví, pero no estaba haciendo lo mismo que yo. Estaba con otra, abrazándose cariñosamente con una chica morena de unas piernas kilométricas, con una melena brillante y sedosa, con unos ojos felinos perfectos. Con todo lo que yo no tenía.

Me di la vuelta, y cuando le dí la espalda, me deleité al pensar que él estaba siendo feliz. Por lo menos, uno de los dos había seguido con su destino.

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