15.2.12

Te voy a pedir unas cuantas cosas. No te importa, ¿verdad?

Lo primero: quiero ser aire, aunque sea por un ratito. Ya sabes: oxígeno, nitrógeno y argón, sin forma definida, ni color.

Lo segundo: me gustaría parecerme a Laika. ¿No conoces a Laika? Si, esa perra rusa que se llama Laika. Ella era una perra muy normal. Pasó de ser un corriente animal, a ser una estrella mundial. ¿Ahora te suena? Seguro que si la buscas, la encuentras. O sino, luego te refresco la memoria.

Y te preguntaras: ¿y a esta qué la pasa? Es que, verás... Que hoy no me puedo levantar. El fin de semana me sentó fatal, toda la noche sin dormir, bebiendo, fumando y sin parar de reír. Y después... una noche de resaca al tratar de despertar, noté que por el ombligo me empezaba a desinflar, que mi cuerpo se arrugaba como papel vegetal e iba pasando, qué curioso, al estado gaseoso. Y tras la metamorfosis me sentí mucho mejor, era un aire gris oscuro y con bastante polución. Se notaba, en cualquier caso, que era aire de ciudad. Que si bien no es el más sano, lo prefiere el ser humano. ¿Sabes qué día me pasó eso? El 7 de septiembre. ¿Cómo? ¿Que no recuerdas qué pasa el 7 de septiembre? El 7 de septiembre es nuestro aniversario, y no sabremos si besarnos en la cara o en los labios. Pero la historia ya se acabó. Y.. ¿sabes lo malo de todo esto? Que olvidar quince mil encantos es mucha sensatez. Y no sé si seré sensato, lo que sé es que me cuesta un rato hacer cosas sin querer. Y aunque fui yo quien decidió que ya no más, y no me cansé de jurarte que no habrá segunda parte, me cuesta tanto olvidarte... Eso me pasa por cortar la flor más tierna del rosal pensando que de amor no me podía pinchar. Y mientras me pinchaba me enseñó una rosa que una rosa es una rosa.

Pero... ¿sabes lo malo, malísimo de todo esto? Que estoy perdida en mi habitación, sin saber qué hacer. Se me pasa el tiempo perdida en mi habitación entre un montón de discos revueltos.

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