15.2.12

Tengo una habitación secreta, ¿sabes? Una habitación cuya existencia nadie conoce, sólo yo.

Hay muchas veces que quiero decir cosas, pero no puedo. No puedo porque siento que estoy fallando a alguien, siento que le voy a hacer daño a alguien con mis crudas, pero a la vez sinceras palabras. Son muchos días así, con miedo de hablar, de decir lo que verdaderamente pienso. Y cuando estoy a punto de reventar, me voy a esa habitación y me desahogo plasmando todos mis sentimientos, todas mis emociones en un simple trozo de pergamino arrugado y marchito.

Cuando alguien me hace daño, también se lo cuento a la habitación, a ese trozo de pergamino mustio. Le digo que no me merezco eso, que necesito que la gente me trate bien, que me protegan de las malas energías que hay ahí fuera, que me mantengan a salvo de los malignos espíritus que rondan la ciudad por la noche, buscando alguna alma fácil de engatusar y dañar. Han sido muchas las veces que he llorado en esa habitación, y ella me ha consolado de esa forma tan particular, diciéndome que siempre la tendré a ella, que siempre puedo irme con ella. Pero no me encuentro con fuerzas para abandonar a toda la gente que quiero, e irme así, sin más, con mi habitación y mi pergamino en la mano. Ella dice que me esperará por siempre, pero que tarde o temprano ella me llevará a su mundo de fantasía, a ese mundo donde el dolor no existe, ni tampoco la felicidad. A ese mundo donde no vas vestida, ni tampoco desnuda. A ese mundo donde nadie te ve, y a la vez son muchas las miradas que se clavan en tus pupilas, esperando una explicación. A ese mundo donde ni la luna ni el sol, ni el frío ni el calor, ni la noche ni el día, existen.

Yo la llamo mi habitación secreta. Pero los humanos normales como tú la soléis llamar muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

.